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Steven Spielberg asistió al preestreno de 'Tiburón' el 26 de marzo de 1975 en el Medallion Theater de Dallas. Dopado con valium, el realizador se situó de pie, al fondo de la sala, con su mirada nerviosa dirigiéndose de la pantalla al público. Tras una de las primeras secuencias, en la que el escualo despedaza a un niño en una colchoneta, un espectador de la primera fila salió corriendo y vomitó en la alfombra del vestíbulo. Después volvió a sentarse en su butaca. «En ese momento supe que la película sería un éxito», confesaría el director.
Hace 50 años, 'Tiburón' logró que bañarse en una playa nunca volviera a ser lo mismo. La industria del cine tampoco volvió a ser igual a partir del 20 de junio de 1975 (en España hubo que esperar al 19 de diciembre), cuando Universal estrenó el tercer largometraje de Steven Spielberg en 409 salas de Estados Unidos, casi tantas como 'El padrino' tres años antes. Hoy no sorprende que un largometraje con vocación de rompetaquillas tome miles de cines, pero entonces lo normal era llegar a unas pocas pantallas y mantenerse en cartelera semana tras semana. El cambio fue trascendental: aumentan los gastos de distribución y marketing, el grueso de la recaudación se consigue en pocos días y se desdeña el papel de la crítica.
Nace el 'blockbuster' veraniego, una época que antes de 'Tiburón' no contaba para los estudios. Spielberg demostró asimismo que el público joven no necesitaba de estrellas para ir al cine. El primer reparto lo componían Charlton Heston, Jeff Bridges y Sterling Hayden, pero el director de 'ET' impuso a Richard Dreyfuss, Roy Scheider y Robert Shaw: la estrella era el gigante blanco comedor de hombres. Con 'Tiburón' se inaugura también la estrategia de publicitar masivamente el filme en televisión. Universal gastó más de 700.000 dólares, una cifra exorbitante para la época, en anuncios emitidos en los programas de mayor audiencia.
Planeta ha reeditado el bestseller de Peter Benchley, que se publicó un año antes de la película. Además de la nueva traducción de Javier Calvo, el volumen incluye contenidos adicionales de los archivos personales del autor, reproducciones del manuscrito original y fotografías del rodaje.
«El filme más espectacular que jamás haya visto en la pantalla», anunciaba una doble página de EL CORREO aquel 19 de diciembre de 1975. El desaparecido cine Astoria de Bilbao, el de las grandes ocasiones, programó sesiones matinales los fines de semana ante la avalancha de público. Disponible en varias plataformas, he aquí siete razones por las que 'Tiburón' ha pasado a la historia del cine.
1
De los 55 días previstos se pasó a 159. El presupuesto final, cercano a los 10 millones de dólares, triplicó las estimaciones iniciales. Los culpables fueron los habitantes del idílico y pijo Martha's Vineyard, que boicotearon el rodaje, y los tres tiburones mecánicos que se construyeron con el sobrenombre de Bruce, en honor a un antiguo abogado de Spielberg, «terrorífico y muy caro». Sus motores hidráulicos se averiaban con el agua y la piel de poliuretano cantaba a falso. El director se empeñó en rodar en alta mar y desechó imágenes de peces reales. Cuando vio el penoso resultado de los efectos especiales optó por no mostrar el bicho hasta bien comenzada la película (solo ataca cuatro veces en dos horas). La amenaza sugerida resultó mil veces más escalofriante.
2
Como bien apunta Peter Biskind en su fundamental ensayo 'Moteros tranquilos, toros salvajes', Tiburón no deja de ser una película post-Watergate sobre la corrupción gubernamental. Los tres protagonistas son arquetipos: el macho de derechas, el padre de familia y el judío intelectual de izquierdas; un marino y experto arponero, el sheriff local y un oceanógrafo/ictiólogo, que tratan de cazar a un escualo que vacía las playas de una población turística. Spielberg siempre negó las simbologías políticas, pese a la existencia del personaje del alcalde de Amity, un funcionario que oculta una amenaza a los ciudadanos mientras unos héroes conjuran el peligro: «'Tiburón' ha sido pensada y realizada para asustar al mayor número de personas posible, toda referencia política es puramente accidental. Incluso el personaje del alcalde entra en la historia no tanto para dar una imagen negativa del poder, como para aumentar el suspense antes del drama final», defendía.
Larry Vaughn (Murray Hamilton)
Alcalde de Amity
3
Los productores Richard D.Zanuck y David Brown, que ya habían trabajado con Spielberg en su ópera prima, 'Loca evasión', sabían que el director era la persona adecuada para transformar una mediocre novela de aeropuerto en una montaña rusa que deja sin aliento al espectador. Primera secuencia. Una pareja, ebria de cerveza y calentura, retoza de noche en la playa. La chica le espera desnuda y vulnerable en el agua. Solo la campanilla de una boya cercana rompe el silencio. Los ataques del tiburón provocan a la vez expectación y terror. Spielberg ya había demostrado en televisión su sapiencia como narrador y maestro del suspense en 'El diablo sobre ruedas'. Para el llorado crítico José Luis Guarner, estamos ante «una de las más efectivas experiencias cinematográficas de manipulación de la audiencia en el cine de los años setenta».
Martin Brody (Roy Scheider)
Jefe de Policía de Amity
4
Hay dos músicas que evocan el terror y ambas proceden de instrumentos de cuerda: los violines cuchillada de Bernard Herrmann en 'Psicosis' y los ominosos contrabajos y chelos procedentes de las profundidades de John Williams en 'Tiburón'. En el estupendo documental 'La música de John Williams', disponible en Disney Plus, compositor y director repasan su relación, que empezó con 'Loca evasión'. Spielberg había usado de manera provisional otra banda sonora de Williams, 'Imágenes', de Robert Altman, a base de chirridos y efectos de miedo. Pero el músico concebía 'Tiburón' como una aventura náutica, una de piratas, algo que no convenció al director. Un día, Williams tocó a Spielberg con dos dedos en el Steinway de su casa las primeras notas de la terrorífica partitura. Escuchabas el 'ostinato' y veías al tiburón aunque no se mostrara. «Sientes que algo peligroso viene hacia ti, son notas bajas en una atmósfera a la que no pertenecen», define el compositor. Spielberg se sorprendió, pero tras escucharlo varias veces entendió la genialidad: «Tenía un tiburón que no funcionaba. Y no tenía ni idea de que John iba a venir a darme un tiburón musical que funcionaba mejor que el mecánico».
Capitán Quint (Robert Shaw)
Cazador de tiburones
5
La sombra de 'Tiburón' se proyecta hasta nuestros días. En el Festival de Cannes en curso, dos películas rinden homenaje al clásico: la brasileña 'El agente secreto', en la que aparece una pierna amputada y un niño de la época está obsesionado en ver la cinta de Spielberg, y la australiana 'Animales peligrosos', sobre un asesino en serie que filma a sus víctimas mientras las devoran los tiburones. Tras el éxito planetario en 1975, las secuelas no se hicieron esperar. Las hubo espureas, como 'Orca, la ballena asesina', con un Richard Harris de capa caída, y 'Tentáculos', una producción italiana con John Huston y Henry Fonda, pero también 'legales'. 'Tiburón 2' contaba de nuevo con Roy Scheider como Brody, pero en 'El gran tiburón' ya no repetía ningún miembro del reparto original y su gancho era estar rodada en 3D. En 'Tiburón, la venganza' salía Michael Caine, que cobró un millón de dólares por dos semanas de trabajo con los que compró una casa a su madre. Era tan mala que Universal abandonó la franquicia.
6
Después de ver 'Tiburón' bañarse en el mar no ha sido igual. Peter Benchley cuenta en la edición 50 aniversario de 'Tiburón' que llevó durante años en la cartera un recorte del 'New York Daily News' de 1964, que informaba de la captura de un tiburón blanco de dos toneladas en la costa de Long Island. Los miles y miles de espectadores que llenaron los cines estadounidenses en el verano de 1975 se contagiaron del terror a los escualos y las reservas de hoteles de playa se resintieron. Estudios de la época indican que muchas playas, particularmente en la costa este de EE UU (sobre todo en Martha's Vineyard), experimentaron una caída en el número de visitantes. Los medios de comunicación amplificaron el 'efecto Jaws', aunque los ataques de tiburones seguían siendo extremadamente raros. Así, la Asociación Internacional de Archivos de Ataques de Tiburones muestran que aquel año no hubo un aumento significativo en incidentes reales, aunque la psicosis colectiva minó la confianza de los bañistas. Lo que siempre ha lamentado Spielberg es «el frenesí de los pescadores deportivos locos que se produjo después de 1975», tal como recordaba en una entrevista el año pasado. «No temo que me coma un tiburón, sino que los tiburones estén enfadados conmigo».
Martin Brody (Roy Scheider)
Jefe de Policía de Amity
7
Un año antes del estreno, los cines ya proyectaban un tráiler con una voz en off que parecía de documental: «Es como si Dios crease al diablo y le diese... mandíbulas (título original del filme)». Universal machacó en televisión con anuncios de medio minuto y lanzó productos de merchandising como camisetas, que convertían al público en anuncios andantes. El filme acabó batiendo el récord de taquilla mundial con 415 millones de euros, superando en 200 millones a 'El padrino'. Y todo en verano, una época que antes era un erial en las salas. Surge la película evento, la que hay que ver y monopoliza las conversaciones. 'Tiburón' recibió una calificación para todos los públicos porque, según el comité encargado de la decisión, «un tiburón nunca ha atracado a nadie». Obtuvo tres Oscar (montaje, banda sonora y sonido) y también mereció malas críticas, como la del 'New York Times': «Una película ruidosa y aturullada, que tiene menos pensamientos que un niño en una playa».
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