Las primeras ensaladas mixtas que crecerán en la Luna se siembran en Granada

Una buena ensalada mixta se compone mayormente de buen tomate y buena lechuga. En la provincia de Granada los hay de buenísima calidad. Lo que cuesta imaginar, aunque es más que posible, es que esas verduras y hortalizas vengan de la Luna en vez de la Costa o de la Vega. ¿De la Luna? Sí, de ahí arribita. De nuestro querido satélite. Al menos, es lo que el Green Moon Project (Proyecto Luna Verde) está trabajando en la localidad de Alfacar, en la sede de la empresa Innoplant.

Ahora que en Granada suena mucho la inteligencia artificial y el acelerador de partículas es un proyecto como el de plantar semillas en Alfacar para llevarlas a la Luna y a Marte no suena tanto a ciencia ficción como a investigación, liderazgo e innovación.

No habrá en Granada restaurantes con estrellas Michelin, pero vamos a ser los primeros en tener ensaladas mixtas lunares granadinas. Lo explica Juan Hernández Narváez, que junto a Eva Sánchez desarrollan este proyecto en la empresa Innoplant, en Alfacar. «Somos I+D+i agrícola. Servimos externamente a empresas que no tienen departamento de innovación y les planteamos soluciones en todo tipo de cultivos. Es investigación aplicada a cultivos que llegan a la mesa».

Como ejemplos, en Albacete han practicado biofortificación de ajo. «Parece el nombre de un videojuego, pero es añadir más contenido nutritivo, para que tenga más concentración de elementos, así su valor nutritivo aumenta y en consecuencia, su valor de mercado. También sirve para diferenciar tu producto».

Otro ejemplo. En Huelva han realizado ensayos de nutrición de hierro en arándanos. «La idea es aumentar la toma de hierro por la planta porque es promotor de la clorofila, que es la base para que las plantas hagan la fotosíntesis, lo que mejora la planta para que tenga mejor porte y esté más preparada para la producción».

En Motril y Vélez Málaga hacen de todo. «Desde la mejora de la polinización de los aguacates hasta una mejora del almidón, la calidad del fruto. O pruebas antifúngicas, para evitar que se infecte el árbol de hongos».

Green Moon Project-GMP se basa en el regolito. Es la tierra, el sustrato donde se siembran las semillas que luego volarán al espacio para crecer en la superficie lunar. Es obra del equipo geológico de GMP, formado por Jesús Martínez Frías y Fernando Alberquilla Martínez, que trabajan entre Madrid y Lanzarote. «Con el sustrato de Lanzarote, el regolito lo modifican para que se parezca al sustrato lunar. Es el primer regolito artificial creado en España».

Una vez generado este sustrato en Lanzarote, ahora se trabaja en Alfacar. «Lo que estamos viendo es la adaptación de la planta en condiciones terrestres, que es gravedad 1g, al regolito artificial. No solamente vamos a tener uno sino varios para ver cómo se adaptan en función de la planta y también del regolito. Para mí, que germinen es sencillo. Lo complicado es mandar la plantas a la Luna y mantenerlas vivas». En pocos años es posible que estén mandando ya a la Luna sus plantas. Se enviarán en condiciones de microgravedad para ver cómo responde la planta. «Y con lo que sabemos de nuestro trabajo en Alfacar, estudiar y comparar cómo le afecta los cambios de la gravedad a la planta».

Las plantas van en una cápsula que es la que se acopla a la nave espacial que luego aluniza. «La cápsula está aislada y con oxígeno. Tiene todo lo que la planta necesita. Tiene luz, CO2, sustrato y aislamiento térmico. Solo cambiará la gravedad (la gravedad en la Luna es ⅙ de la terrestre)».

No es tan descabellado. «En la estación espacial ISS ya hay plantaciones. Hace poco se comieron un burrito con pimientos los tíos ahí flotando», explica Juan, quien avanza que sembrar en la Luna es solo parte del reto. «Nuestro objetivo real es llevar nuestras semillas y plantas a Marte».

Además de poder enviar plantas hay que saber cuáles enviar, porque necesitan plantas que se puedan controlar de forma eficaz. La lechuga es una de ellas. Crece sencillamente y el agua que se utiliza para regar se queda en la planta. También las acelgas y espinacas. Porque estas especies no tienen que pasar por un ciclo de floración, que es cuando la flor se hace fruta. También el pimiento y el tomate, «porque son buenos amigos y los conocemos muy muy bien. Van muy rápido».

Una vez elegidas las plantas que navegarán por el espacio, queda transportarlas. «Tenemos acuerdo con China, que mandan la Chángzhēngi 7 (Larga Marcha) en 2026 . En esa nave queremos que vayan nuestras cápsulas con las plantas, que se quedan en la superficie lunar».

Luego queda el negocio. Está calculado que cada kilo que se lleva al espacio cuesta un millón de euros. «El plan es utilizar el suelo lunar como parte del sustrato de las plantas. Cuanto más sustrato lunar utilicemos, menos habrá que enviar al espacio y el precio disminuye».

Ya empieza a sonar bien. «Tan solo con abaratar costes, la NASA te hace las palmas», pero, además, está el conocimiento generado. «Porque no nos interesa tanto la Luna, lo que nos interesa realmente es Marte. Ahí van a ser las próximas exploraciones. Es el planeta más cercano para las investigaciones. Y ahí estaremos». Con la cabeza en la Luna y las lechugas y tomates en la mesa.

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